La semana pasada, en La Aventura de Aprender me propusieron realizar una “pequeña” entrevista vía Twitter para hablar sobre educación, aprendizajes, tecnología e innovación educativa. En principio el proceso parecía sencillo: “nosotros te lanzamos las preguntas en Twitter. Tú respondes“. Los únicos condicionantes para ambas partes eran los que establece la herramienta. Ni las preguntas, ni las respuestas podían exceder los 140 caracteres (incluido usuario, hashtag y enlaces en caso de que hubiera). Además los tuits, tanto de las preguntas (P.) como de las respuestas (R.), debían tener sentido
La Aventura de Aprenderes un espacio de encuentro e intercambio en torno a los aprendizajes para descubrir qué prácticas, atmósferas, espacios y agentes hacen funcionar las comunidades; sus porqués y sus cómos o en otras palabras, sus anhelos y protocolos.Sin aprendizaje no hay aventura. Este proyecto parte de unos presupuestos mínimos y fáciles de formular. El primero tiene que ver con la convicción de que el conocimiento es una empresa colaborativa, colectiva, social y abierta. El segundo abraza la idea de que hay mucho conocimiento que no surge intramuros de la academia o de cualquiera de las instituciones canónicas especializadas en su producción y difusión. Y por último, el tercero milita a favor de que el conocimiento es una actividad más de hacer que de pensar y menos argumentativa que experimental.